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Confrontar discursos, visibilizar prácticas: la experiencia de la revista "Observatorio Cultural"

Ponencia invitada en el II Encuentro de Periodismo Cultural - CC España. Tuve el placer de compartir fecha con Fernando Olivos, de Ciudadanías X, y Gio Infante, del Movimiento Homosexual de Lima. Un lujazo.

Publicado: 2013-06-11

Quisiera comenzar por agradecer a todo el equipo de la Red Peruana de Periodistas Culturales por la invitación a presentar la revista “Observatorio Cultural” que editamos desde la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima y por la oportunidad de iniciar el ciclo de conversaciones sobre el tema que hoy nos reune: periodismo cultural, política y ciudadanía.

Antes de continuar y quizá señalar la relación o las tensiones que existen entre estos tres conceptos, quisiera poner en perspectiva el contexto local que da sentido a la discusión, pues, con honrosas y valiosas excepciones, el Perú es quizá uno de los países de la región que más sufre de la ausencia de buen periodismo cultural, compromiso político y participación ciudadana. Es nuestro pan de cada día al abrir el periódico y encontrarnos con secciones de cultura practicamente  indistinguibles de las de chismes y espectáculos, y al descubrir – sin demasiada sorpresa - que el oficio de los periodistas locales muchas veces se limita al de voltear de manera más o menos eficiente las notas de prensa que reciben todas las semanas. Lo padecemos también al vivir en un país en el que la política se ha desvirtuado hasta el punto de convertirse casi en una mala palabra y en el que el sentido de pertenencia ciudadana se hace y deshace en torno a la victoria de un partido de fútbol o el éxito de una feria gastronómica. No pretendo ni deseo sonar como excesivamente pesimista, pero creo que es necesario discutir estos términos no su concepción ideal, sino en la manera en que existen y se expresan materialmente en este momento y en este país.

Es necesario, pues, sincerar los términos. Las palabras “periodismo cultural” pueden, evidentemente, referirse a muchas cosas, pero mientras continuemos asociándolas principalmente a la prensa de espectáculos o al acto de elaborar una agenda de eventos culturales - o más bien, digámoslo con franqueza, sociales - para cada semana, nos resultará imposible imaginarlas en todo su potencial crítico, emancipador y político. Por otro lado, mientras los periodistas culturales no se perciban a sí mismos como agentes y ciudadanos activos con responsabilidades específicas hacia la sociedad, su disciplina nunca podrá ser  más que la del mero acto de rebotar información (o, quizá, más bien, publicidad) proporcionada por externos. Y, aunque la respuesta parezca a primera vista obvia, creo que es también imprescindible preguntarnos una y otra vez qué es lo que entendemos por cultura. Una y otra vez es necesario recordarnos que nuestra concepción de cultura no puede ni debe reducirse al determinado y muy reducido conjunto de prácticas artísticas que encuentran cabida en los espacios que asumimos validan de cierta manera estas prácticas, ya sean museos, salas de conciertos, festivales,teatros (los famosos “guardianes de la cultura”). Resulta imprescindible apostar por una concepción de cultura muchísimo más amplia, una que no excluya la infinita diversidad de prácticas y discursos que coexisten y se relacionan de maneras insospechadas en cada sociedad: una concepción de cultura más, por decirlo de alguna manera, antropológica e interdisciplinaria. 

En nuestro país, la noción de cultura parece muchas veces haberse fragmentado entre dos polos que suelen percibirse como contrarios e irreconciliables cuando, en realidad,se parecen más a las dos caras de una misma moneda.  Por un lado, el de la alta cultura (el que está en los libros, la academia, las compañías de teatro o las exposiciones de arte en los museos) y el de la supuesta “cultura popular” (el no ilustrado, el que baila en los conciertos de cumbia y con los grupos de bailes folklóricos, el que brilla a todo color en los afiches gráficos del mundo chicha). Recientemente,en lo que podría percibirse como un aparente afán democratizador, los medios decomunicación masiva han adquirido la costumbre de incluir en cada edición o con cierta periodicidad la noticia “pintoresca” de rigor que domestica estas manifestaciones culturales, las estiliza y las vuelve aceptables y atractivas a los ojos de la alta cultura. Los ejemplos sobran: el perfil de algún personajeque con su trabajo trae a la luz el lenguaje visual del mundo popular; el de la carretilla que vende “los anticuchos más sabrosos de Lima”, “la butifarra más taipá” o “el mejor caldo de gallina para la resaca”; la crónica periodística que retrata el reciente furor desatado por un género musical que miles de personas llevan décadas bailando y tocando a lo largo y ancho del país. Acto seguido, en una rutina harto conocida, estos lenguajes o prácticas se filtranen la publicidad y son aceptados sin resistencia por las instituciones hegemónicas culturales. Para muestra un botón: los recientes afichespublicitarios de Inca Kola que celebran la “creatividad peruana” aplicando modelos estéticos populares a productos usualmente reservados a grupos con un mayor poder adquisitivo.

Este proceso, sin embargo, termina por excluir e invisibilizar a la infinidad de prácticas que conforman en realidad nuestro universo cultural. Creo que esa constatación es una de las que moviliza y da norte a nuestro trabajo en la Gerencia de Cultura y, específicamente, en el Observatorio Cultural, que es la iniciativa que hevenido a presentar hoy. Para contextualizar un poco, el Observatorio Culturales un proyecto bastante más amplio que el de la revista: en su definición oficial, es el órgano de apoyo de la Gerencia de Cultura que asiste en la toma de decisiones en materia de gestión cultural. En la práctica, podemos entenderlo como un espacio de reflexión – tanto sobre nuestra gestión como sobre el estado de la cultura a nivel metropolitano – que permite evaluar ys ustentar nuestros programas y actividades sobre la base de indicadores y observaciones empíricas, en lugar de intuiciones, gustos personales o meros caprichos. Uno de nuestros ámbitos de acción o líneas de trabajo es el que busca fomentar la investigación cultural y crear nuevas plataformas para la discusión y reflexión sobre el sector en nuestra ciudad. Es allí donde nace la iniciativa de la revista, que por ser un proyecto todavía muy nuevo y que recién vio la luz hace pocos meses, se encuentra todavía en constante proceso de reformulación y replanteamiento.

El deseo y la iniciativa de empezar a publicar desde la Gerencia de Cultura nace de la firme convicción de que el flujo de información, la reflexión y la libre confrontación de ideas, discursos y posturas, son las bases fundamentales de una sociedad verdaderamente plural, diversa y crítica. Es decir, de una sociedad política, en el mejor sentido posible de la palabra. Así mismo, sentimos también que era necesario crear un espacio que permitiera la construcción de una noción más inclusiva de cultura, una que responda a la experiencia real de los ciudadanos y no a una agenda pactada verticalmente. Es por eso que no trabajamos con un equipo de periodistas, sino que invitamos a gestores y agentes activos en el campo de lacultura a colaborar con la publicación de manera completamente abierta. Como mencionó hace un momento Pedro Pablo Alayza, Gerente de Cultura de laMunicipalidad de Lima, la perspectiva que otorga el trabajar a nivel metropolitano, como lo hacemos desde la municipalidad, permite dar cuenta de la cantidad de proyectos y reflexiones que son invisibilizados en los medios de comunicación tradicionales. Nuestra principal intención, por lo tanto, es crear una plataforma de difusión y comunicación que permita ayudar a revertir esta situación, generando un espacio abierto para las iniciativas de la sociedad civil. 

Una de las frases que se suelen repetir con mayor frecuencia sobre Lima es que nuestra capital, más que una ciudad, es un mounstro. Nos asusta y sobrecoge la aceleradísima manera en que ha crecido, en que parece haberse desbordado por fuera de sus fronteras físicas y simbólicas. Esta condición, por más intimidante que pueda a veces resultarnos, es – o más bien puede ser -, nuestra mayor fortaleza. Lima es una ciudad de riquísima diversidad cultural, muchísimo mayor a la que podríamos imaginar al abrir la sección de “ocio & cultura” de cualquier diario local. La falta de plataformas para la difusión e interacción de estas iniciativas, sin embargo, ha hecho que la ciudadanía local muchas veces viva deespaldas a ellas. De la misma forma, la ausencia de espacios que permitan discutir las ideas que inspiran y sustentan estos proyectos, hace que muchas veces estos queden reducidos a la simple anécdota, al recuerdo efímero y superficial en la memoria de unos cuantos. Lo mismo corre el riesgo de suceder también con los programas y actividades de la propia Gerencia de Cultura.  En ese sentido, la revista nos da también la posibilidad de presentar nuestras iniciativas en un formato que normalmente nos es negado en el apuro y la urgencia del día a día de nuestra gestión. Cada número, por eso, invita tanto a colaboradores externos como a un colaborador interno de la gerencia a participar con un artículo. El tema, el enfoque, el tono y el nivel de crítica (o autocrítica) queda enteramente en manos de quienes acceden a participar. Teníamos claro, desde el comienzo, que no nos interesaba ni el autobombo ni la publicidad. Es decir, la política en el peor sentido de la palabra. Tampoco nos interesaba crear una revista demasiado especializada oacadémica. Queríamos algo que sea accesible al lector promedio,independientemente de su formación o profesión, y que, a la vez, resulte interesante a lectores más involucrados en el campo de la cultura o la investigación. Este balance es evidentemente complejo y uno que me parece que todavía podemos afinar un poco mejor.

En ese sentido, nuestra misión principal es la de visibilizar y confrontar los discursos yprácticas que suelen escapar al radar de la sección cultural de los medios de información masivos. Es otorgar a la ciudadanía la posibilidad de contar con un espacio en que el apuro irreflexivo de Lima pueda momentáneamente detenerse, en el que podamos reflexionar sobre los procesos en que participamos y que nos envuelven como habitantes de esta ciudad. Nos interesa, por eso, no referirnos exclusivamente a eventos y actividades “artísticas” en el sentido más tradicional de la palabra, sino discutir la manera en que experimentamos y configuramos la ciudad, para reconocernos, así, tanto en nuestras identidades como ciudadanos individuales como en nuestra identidad compartida como comunidad que habita un mismo espacio geográfico y temporal. Quisiera terminar extendiendo a todos ustedes la invitación a participar de esta publicación, que esperamos pueda convertirse en un espacio verdaderamente horizontal y abierto, donde todas las voces se encuentren y confronten de manera verdaderamente plural y diversa.


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todavía en lima

Cuando todos se iban, yo me quedé. Todavía sigo intentando entender por qué. Escribo sobre política, cultura, espacio público y cambios urbanos en Lima. El blog va mitad en plan de catársis, mitad en serio.